Entrevista con servidor de cursos en la cárcel

Un cambio profundo y positivo tuvo lugar 

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El siguiente extracto es de una conversación con un estudiante que participó como manager en ocho cursos en cárceles (publicado en Vipassana Prison Newsletter – vol. XIII, 2018)

¿Por qué hace este tipo de trabajo?

En la mayoría de los cursos en los que participé sentado, la gente era mayormente blanca y… bueno. Quería sentarme en un curso con más gente de color. Vi el documental Los Hermanos del Dhamma (Dhamma Brothers) y pensé: quiero involucrarme activamente en un curso en cárceles. Me puse en contacto con el Comité de Cárceles de Norteamérica, que en ese momento sólo permitía a Profesores asistentes servir en los cursos que se realizan en la cárcel. Dije: “Sería bueno que los hombres en prisión tuvieran a alguien de aspecto similar que ayude en los cursos”. Presenté mi argumento y me dijeron “Vamos a intentarlo”.

Fui entonces con una actitud de Boy Scout: hacer el bien a quien lo necesite. Al encontrarme por primera vez con estudiantes reclusos pensé: “Pues, si estuviéramos fuera, cruzaría la calle para no pasar cerca de alguno de estos tipos”. Pero luego comencé a ver más, a verlo de otra manera. En gran parte, el motivo por el que vuelvo cada vez es porque veo cambios positivos en un montón de estos hombres. Veo transformación – y sospecho que atraviesan más transformaciones que yo no veo.

¿Qué tipo de cambios ve?

Algunos son muy agresivos. Creo que es el tipo de persona a la que muchos encarcelan: por ser un tipo duro. Y algunos de los más jóvenes se portan mal y empujan límites. Pero incluso ellos, los que completan un curso, sacan mucho provecho. Al final del curso, puedes ver la compasión y la empatía en esos hombres. He podido ver a algunos en los que, con el pasar de los años, había ocurrido un cambio positivo y profundo. Es verdad y es tal cual, y es el motivo por el que sigo sirviendo.

¿Hacerlo también te cambia a ti?

Hacer cursos en cárceles me ayudó a darme cuenta cuán parecido soy a un montón de los que están adentro. Puede ser sólo una casualidad que yo no haya terminado preso. Sabes, mucha gente que está afuera podría decir lo mismo. Pero sobre todo, he aprendido mucho. Y dar servicio me ayuda en mi propia práctica de meditación.

Al meditar, el dolor puede ser un problema, tanto el dolor físico como mental. ¿Por qué debemos trabajar con el dolor? En mi vida tengo suficiente dolor. Antes de meditar, daba por sentado que el dolor era causado por cosas externas, porque el mundo me maltrataba. A partir de la meditación aprendí que tengo control sobre mucho de mi dolor y que tal vez hasta lo causo con mi manera de reaccionar.

Goenka dice “sólo observa el dolor”. Entonces, puedo estar sentado y sentir como si alguien me clavase una lanza incandescente en la rodilla y pensar que esto seguirá más y más, luego de repente ya no está. Entonces, digo “fantástico, no hay más dolor”. Pero entonces vuelve otra vez. Finalmente me di cuenta que no hay nadie clavándome una lanza en la rodilla. Lo estoy creando yo, o sólo sucede: de todas formas, no perdura. Viene y se va. Esto lo aprendí de la experiencia. Y saber esto me ayuda a lidiar con cualquier otro tipo de dolor en la vida.

 ¿Cómo comenzó a meditar?

Era profesor de matemáticas en una escuela secundaria y una alumna me contó al respecto. Entonces le pregunté a cuántas personas le había hecho la misma sugerencia. Su respuesta fue: a dos. Cuando le conté que la meditación me había resultado de mucha ayuda, me dijo: “ya lo sabía”.

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