Juntos a la distancia: Meditadores de Vipassana en el ciberespacio

Aprovechamos esta oportunidad para compartir la traducción del artículo de William Hart  llamado “Juntos a la distancia: Meditadores de Vipassana en el ciberespacio” que fue publicado el 18 de abril de 2021 

Número: Vol. 48 (2021), Nº 1. 

link al artículo original en inglés 

Hace un año, cuando los centros de todo el mundo cancelaron cursos y cerraron sus puertas, un nuevo tipo de actividad Vipassana entró en escena: las sentadas en línea o “virtuales” por Internet. Para la segunda mitad de marzo o principios de abril de 2020, varios centros en muchos lugares diferentes ya anunciaban sentadas de meditación en línea y la cantidad de participantes era sorprendentemente alta. 

Por supuesto, era sólo una pequeña onda en la ola que transformó cientos de millones de personas durante la pandemia. Casi en todos lados, la gente buscaba maneras de mantenerse conectada estando en casa.  

Tampoco era una idea enteramente nueva en el mundo de la Vipassana. Goenkaji siempre estuvo interesado en explorar las oportunidades que abrían las nuevas tecnologías. Una vez expresó interés en conectarse con meditadores de todo el mundo por video en una sesión de preguntas y respuestas desde Dhamma Giri. En 2008, durante un curso de Satipatthana en el centro Dhamma Dīpa del Reino Unido, una conexión por ordenador le permitió unirse a meditadores a diario desde su hogar en Mumbái. Al término de este autocurso realizado en 2010 y 2011, la sesión de Metta se transmitió a participantes remotos.  

Algunos años más tarde, el centro Dhamma Pubbānanda en el estado de EE.UU. de Delaware fue pionero de un programa de sentadas grupales virtuales varias veces al día por Internet. Eran de solo audio y no tenían un profesor asistente que dijera palabras al inicio y al fin de una sesión. 

Macarena La profesora chilena Macarena Infante  responde  las preguntas de los meditadores  

Sin embargo, en 2020 la tecnología había avanzado y ya era posible realizar reuniones audiovisuales en el ciberespacio. Esto ocurría justo cuando los meditadores de todo el mundo se preguntaban sobre cómo enfrentar los desafíos de la vida cotidiana.      durante la primera pandemia del siglo. 

Un meditador indio recuerda que “entramos en confinamiento el 22 de marzo de 2020 y las primeras semanas fueron bastante inciertas y oscuras. Había mucho temor, especialmente en Mumbái, con su enorme y densa población y sus posibles disturbios y escasez de alimentos.  El ambiente en la ciudad era de un silencio ominoso y los únicos sonidos eran las sirenas de las ambulancias. Los centros estaban cerrando y parecía que el trabajo del Dhamma estaba cerca de detenerse. Varios sentíamos que había que hacer algo”. La pregunta era, ¿qué podría ser ese “algo”? 

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Probablemente la respuesta se les ocurrió a muchas personas en diferentes lugares del planeta, pero Israel fue el primero en actuar. El centro local había cerrado en 13 de marzo y una reunión del trust celebrada el 14 de marzo decidió hacer sentadas en línea tres veces a la semana. El 16 de marzo, los meditadores recibieron un mensaje de correo electrónico anunciando que la primera de estas sentadas se iba a realizar esa tarde a las 6:00 p.m.  

Unos días después, el 19 de marzo, las sentadas en línea comenzaron en California. El 29 de marzo comenzaron en Massachusetts. Para mediados de abril se realizaban en India, Europa, América Latina, Canadá, Corea, Japón, Kenia, Malasia y probablemente en otras regiones y países. En algunos lugares, los participantes alcanzaron los cientos o incluso más. Ciertamente, no faltaba demanda. Pero, ¿qué tenían las sentadas virtuales que las hacía tan atractivas?  

 El salto al ciberespacio 

 Todos hemos utilizado la radio, la televisión o la Internet para ponernos al día con lo que sucede en otros lugares. Incluso con la mejor conexión, siempre hay una separación: el evento está “allá” y nosotros estamos “acá”, a una distancia de él. 

 Las reuniones virtuales eliminan esa distancia. En vez de efectuarse en algún otro lugar, la sentada se hace donde sea que estén los participantes, en el dominio compartido del ciberespacio. 

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Por ejemplo, en el caso de una sentada grupal el anfitrión técnico puede estar en una ubicación, controlando la grabación, asegurándose de que los profesores conductores hayan iniciado sesión y puedan ser escuchados, y quizás ayudando a los estudiantes que estén con dificultades. Por lo general, los profesores conductores se encuentran en sus hogares, tal vez en otro continente, listos para dar la bienvenida a los participantes al comenzar y, a menudo, para responder preguntas al final de la hora. En una tercera ubicación, puede haber alguien para leer las preguntas. Si el profesor que conduce la sesión, no habla el idioma de la mayoría de los participantes puede haber un intérprete en algún otro lugar. Y luego están los meditadores mismos. La mayoría están en el área del centro que ofrece la    sentada, pero a menudo hay visitantes de otras partes del mundo.  

Si suena complicado, es porque lo es. Cuando todo funciona bien, es una experiencia fluida que da una sensación de cercanía que supera barreras y distancias. Pero las cosas no siempre funcionan bien. El anfitrión o el profesor conductor podrían tener una conexión débil a Internet. Los participantes podrían tener problemas para encontrar el enlace a la sesión. El profesor podría hablar demasiado lejos del micrófono. Algunas veces, un miembro del equipo se olvida de unirse a una sesión. Podría haber un retardo en la transmisión de la imagen, o a veces esta podría congelarse.  

Cuando ocurre un error, a menudo no hay nada más que hacer excepto sonreír e intentar asegurarse de que no vuelva a pasar. Por ejemplo, cuando un profesor dirige una sentada desde una zona horaria distinta es importante recordar qué hora es en el centro que ofrece la sentada. Hace poco, al unirse a una sentada a media tarde en otro continente, un profesor se equivocó y deseó a todos las buenas noches. No ha habido interrupciones de niños, pero algunas veces han aparecido mascotas. El perro de un profesor o una profesora puede llegar a sentarse a sus pies y pedir un paseo incluso en medio de una sesión.  

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Son problemas menores, de poca importancia. Más importante fue el hecho de que, cuando comenzó el programa de sentadas en línea, algunos profesores pensaron que podía ser un paso en la dirección equivocada, Les preocupaba el que los meditadores se volvieran dependientes de las sentadas en lugar de desarrollar su autonomía. Otra inquietud giraba en torno a los potenciales ciberataques y violaciones a la confidencialidad. A otros les inquietaba el que los profesores que conducían se pudieran convertir en estrellas mediáticas. Y todavía otra preocupación era el que algún participante pudiera crear problemas. Más seria era la aprensión de que la enseñanza se desviara y se usará de manera inadecuada. 

La experiencia de un año ha demostrado que algunas de estas preocupaciones eran infundadas, o que es fácil prevenir ciertos problemas. Para la mayoría, las sentadas en línea se han convertido en una rutina, un momento para reunirse con amigos del Dhamma y una oportunidad de recobrar inspiración y renovar un sentido de comunidad. Y si en tu área no hay ninguna meditación grupal, en el momento que deseas, basta con comprobar la app para móvil Dhamma.org, en que se enumeran las sentadas virtuales de todo el mundo. Para muchas de ellas, estás a un clic de distancia. El Vipassana Research Institute de la India ha desarrollado una app similar. 

Anapana, talleres, reuniones cara a cara y más  

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Las sentadas no son los únicos eventos que se han efectuado en línea a lo largo de este último año. En la India, por ejemplo, ha habido sesiones de Anapana diarias, algunas veces para grupos específicos como médicos o trabajadores con contacto directo con el público. También se han realizado cursos para niños, con una cantidad total estimada de 50.000 participantes desde abril de 2020.   

En Norteamérica, Pariyatti ha ampliado su programa en línea a conversaciones y talleres. También lanzó el “Dhamma Story Time” (Historias de Dhamma), una serie de sesiones de media hora en que voluntarios leen publicaciones que encuentran inspiradoras.   

En algunas áreas, los meditadores pueden concertar entrevistas privadas en línea con un profesor asistente, de forma muy parecida a las entrevistas de mediodía en un curso. Otras áreas han organizado sesiones en que un panel de profesores acepta preguntas sobre un tema en particular. 

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En varias partes del mundo, ha habido reuniones por Internet para profesores, trusts o estudiantes. Quizás la más ambiciosa de estas fue la Reunión Internacional de Profesores Asistentes de diciembre pasado. Desde la década de 1980 se celebra anualmente una reunión presencial en Dhamma Giri. Sin embargo, en 2020 la reunión pasó al formato en línea. A lo largo de cuatro días, los cientos de participantes abordaron temas complejos que ellos mismos habían sugerido. Entre los temas de conversación se encontraban los riesgos que enfrentamos como organización internacional, el manejo de disputas, la preservación del núcleo de nuestra tradición en un mundo cambiante, el fomento de una atmósfera de confianza en que todos puedan hablar, y la práctica de Metta. El encuentro fue multilingüe: los participantes podían hablar en hindi, inglés, mandarín o español, y había voluntarios disponibles para traducir según fuera necesario, La mayoría de las sesiones se dieron dos veces para que pudieran participar personas de todas las zonas horarias. La respuesta fue abrumadoramente positiva.  

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El evento con la mayor participación ocurrió en marzo pasado, cuando más de mil meditadores de Vipassana de todo el mundo se unieron a una sentada de una hora en honor al pueblo de Myanmar.  

Solo una actividad se ha mantenido fuera de línea: la meditación Vipassana misma. Esto fue resultado de una decisión de los profesores de todo el planeta. No comprobaron formalmente lo que habían decidido otras áreas. En lugar de ello, todos y cada uno de los profesores sintieron intuitivamente que la Vipassana debe seguir enseñándose en cursos presenciales con guías formados, en el ambiente cuidadosamente controlado y acogedor de un curso organizado en un centro o un sitio alquilado. 

Hoy en día hay innumerables técnicas en oferta, prometiendo convertirnos en una persona completamente nueva a cambio de algunos minutos de esfuerzo diario, y a menudo de unos cuantos dólares. Pero la Vipassana no puede costar nada, porque no tiene precio. Seguirá enseñándose como lo ha sido por generaciones, de modo que, cuando esta pandemia se haya convertido en un recuerdo lejano, la gente seguirá sabiendo cómo sentarse, cerrar sus ojos y descubrir la realidad que hay en su interior.  

¿Continuará este formato en el futuro?  

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El año pasado ha habido una fluctuación considerable en la cantidad de participantes de los eventos en línea. En el desconcertante periodo después de que comenzaran a cerrar los centros, muchos meditadores vieron las sentadas virtuales como una alternativa para retomar una manera de vivir que parecía estar desvaneciéndose. A medida que pasaba el tiempo y la gente se iba acostumbrando a la vida en confinamiento, las sesiones en línea atrajeron menos personas. Pero incluso con la reapertura de los centros, los meditadores siguen esperando que las sentadas virtuales continúen después de que se acaben las restricciones actuales.   

No está claro cómo será el futuro. Pero en un año en que la tierra parecía moverse bajo nuestros pies, las sentadas virtuales nos ayudaron a mantener nuestro equilibrio y nuestra confianza en que el camino del Dhamma nos llevará al fin de todo sufrimiento.  

Un profesor recuerda que en las primeras semanas del confinamiento se levantó temprano una mañana de fin de semana, tomó una ducha y se vistió para proceder a ir a un pequeño cuarto que usa para meditar. “No hay mucho espacio allí”, dice. “Dos personas caben con comodidad, quizás cuatro pueden entrar. Pero en cuanto ingresé me di cuenta que iba a reunirme con cerca de cien personas, tal vez más. Me estaban esperando. Fue extraño, porque ese es el lugar a donde voy para estar solo, me gusta estar solo. Pero yo también tenía algo que ofrecer a esas personas y algo que recibir de ellas. Y me sentí agradecido por eso, Siempre agradecido”. 

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Comentarios de los participantes de Latinoamérica  

Me sentí acompañada por cientos de personas de otras latitudes, todos meditando y observando nuestros sankharas en tiempos de pandemia”.  

“Cuando supe que había meditaciones en línea, al principio no me pareció muy apropiado. Pero cuando me decidí y entré a las 7:00 a.m. y escuché a Goenka, me sentí asombrado. Desde ese día, lo hago todos los días”.  

“Un verdadero salvavidas para navegar por este océano de incertidumbre en que la vida se ha convertido tan abruptamente”.  

Pacific Northwest, EE.UU.:  

“Escuchar y ver a un profesor hablar sobre el Óctuple Noble Camino y cómo aplicarlo a nuestra vida es verdaderamente inspirador”.  

“Encuentro útil oír repetir incluso las cosas básicas, tan como uno escucha a Goenkaji repetirlas en los cursos de 10 días. Siento también tanto mettā, tanto apoyo, al ver los rostros de mis profesores y al escuchar sus voces”.  

“Si bien a fin de cuentas cada uno camina solo su ruta, nuestra naturaleza de humanos sigue siendo tribal y buscamos en la comunidad apoyo, inspiración y, en último término, supervivencia. Irónicamente, si hace cuatro meses me hubieran preguntado lo que pensaba sobre las sentadas grupales virtuales más formales, creo que NO me hubiera gustado la idea. Tiendo a pensar que todos necesitamos más tiempo cara a cara y menos tiempo de pantalla. Y, sin embargo, acá estamos. Ahora me encanta la idea”.  

Reino Unido: 

“Debido a que tengo hijos pequeños, no he podido venir al centro en más de tres años, y no podré hacer un curso de 10 días por varios años más. Ha sido maravilloso tener la oportunidad de sentarme desde casa”.   

“Sufro una enfermedad crónica, por lo que se me hace difícil ir a un centro para practicar. Es muy valioso para mí poder estar en esta sentada grupal virtual y practicar desde mi hogar”.  

“Ha sido una gran motivación, algo muy estable y que me afianza en mi práctica diaria. Agradecería mucho si pudiéramos continuar las sentadas diarias como un grupo virtual”.  

Israel: 

“Mi madre practica dos horas al día gracias a estas sentadas (antes practicaba una hora)”. 

“En las últimas semanas, durante la pandemia de coronavirus, el entorno en línea ha sido para nosotros un verdadero regalo. No soy muy persistente en meditar todos los días, pero encuentro que [el formato en línea] me ayuda a aceptar la rutina de sentarme dos veces al día”.  

California, EUA:

“Toda mi familia de 5 miembros nos hemos estado sentando a las 7 a.m. y a las 7 p.m. Se nos ha vuelto muy importante, un salvavidas. Mi mamá y yo éramos los únicos meditadores regulares, pero ahora mi hijo, mi tío y mi marido (que después de 1 curso ha estado intentándolo hasta casi renunciar del todo) ahora están participando de manera proactiva, y mi hijo quiere que sigamos”.  

“Por más de 20 años he intentado establecerme en una práctica diaria y este formato me está funcionando muy bien. Creo que podría seguir practicando, incluso si regreso a mi ocupado calendario. Tener este tiempo de refugio ha hecho la gran diferencia, pero no durará mucho tampoco. Gracias por tanto”. 

 

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