La Deuda de la India

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Cuando conocí a Sayagyi U Ba Khin por primera vez, dijo: “Voy a enseñarles lo mejor que tiene India para ofrecer en cuanto a la esfera espiritual. Se llama Vipassana”. Llegué a casa y busqué en profundidad en los diccionarios de Hindi y Sánscrito, pero no logré encontrar esa palabra.  Al perder la joya del Dhamma puro, Bharat se había realmente empobrecido. Sayagyi quería devolver esa joya a la India, diciendo que haría el trabajo por sí solo,  pero desafortunadamente, el gobierno birmano le rechazaría la expedición de su pasaporte.  En aquellos tiempos, solo se otorgaba un pasaporte bajo dos condiciones: que la persona quisiera abandonar el país para siempre o que haya conseguido trabajo en otro país. Mi profesor no cumplía con ninguna de estas condiciones, así que nunca pudo visitar la India.

Pasó el tiempo y me enteré de que mi madre, que se había ido de Birmania hacía algunos años y se había establecido con otros miembros de la familia en India, estaba enferma.  Al escuchar que el gobierno birmano había complicado la situación en Birmania para los indios, mi madre comenzó a preocuparse y esto afectó su salud.  Yo sabía que ella iba a estar mejor si meditaba así que, decidí ir a la India para enseñarle Vipassana. Al día siguiente, solicité un pasaporte. Como mi amigo U Tin Han era ministro del Departamento de Asuntos Exteriores tuve acceso al pasaporte fácilmente.

Cuando Sayagyi se enteró, estaba muy entusiasmado y dijo: “la gran deuda de Birmania a la India por habernos dado el regalo invaluable de Vipassana, que yo quería devolver, ahora tienes que devolverla tú”. Me nombró oficialmente profesor de Vipassana antes de que partiera.

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Había ido a la India para enseñarle Vipassana a mi madre y a mi padre, y que cualquier otra persona asistiera al curso iba a ser muy bueno. Además de mi familia, conocía pocas personas en la India, y no en profundidad. Tenía muchas dudas de cómo podría llegar a enseñar Vipassana en un país tan grande. Incluso si trataba de organizar un campamento de Vipassana, ¿participaría alguien?  Tenía dudas respecto a dónde iban a organizarse los campamentos, quién iba a coordinarlos y de dónde iban a provenir los fondos necesarios para llevarlos a cabo. Estaba bastante preocupado por todo esto, pero luego recordé las palabras tranquilizadoras de mi profesor, ´tú no vas a estar coordinando el curso, eso está a mi cargo. Así que, quédate tranquilo´.

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