El camino del Buddha es experimentar la realidad

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El siguiente ensayo es una versión condensada de una charla que dio S.N. Goenka en Bangkok, Tailandia, en Septiembre de 1989. Apareció por primera vez en el Boletín de VRI en 1995.

Os habéis reunido todos aquí  para comprender lo que es la Vipassana y cómo nos ayuda en nuestras vidas cotidianas; cómo nos ayuda a liberarnos de nuestro sufrimiento, del sufrimiento de la vida y la muerte. Todo el mundo quiere liberarse del sufrimiento, para vivir una vida de paz y armonía.  Sencillamente no sabemos cómo hacerlo. La iluminación de Siddharttha Gotama le permitió darse cuenta de la verdad: donde radica el sufrimiento, cómo empieza y cómo se puede erradicar.

En aquellos días, al igual que en la actualidad, había muchas técnicas de meditación que estaban de moda. El Bodhisatta Gotama las probó todas, pero no se quedó satisfecho porque se dio cuenta de que no se había liberado por completo del sufrimiento. Entonces comenzó su propia búsqueda. Descubrió esta técnica de Vipassana a través de su experiencia personal, y esta técnica erradicó por completo el sufrimiento de su vida y le hizo una persona completamente iluminada.

Hay muchas técnicas que ofrecen un alivio temporal. Cuando te deprimes desvías tu atención hacia otra cosa. Entonces sientes que te has liberado del sufrimiento, pero ese alivio no es total.

Cuando en tu vida ocurre algo indeseado te agitas. No puedes soportar esa desdicha y quieres huir de ella. Puede que vayas al cine o al teatro, o que te complazcas buscando otros forma de entretenimiento sensorial. Puede que salgas a tomar unas copas, etc. Todo ello es huir del sufrimiento. Huir no soluciona el problema, de hecho, multiplica el sufrimiento.

En su proceso de iluminación, el Buddha se dio cuenta de que uno debe afrontar la realidad. En lugar de huir del problema, uno debe hacerle frente. Él vio que todos los tipos de meditación que existían en su época consistían simplemente en desviar la mente de su propio sufrimiento hacia otro objeto. Pero descubrió que en realidad sólo se desvía una pequeña parte de la mente. En lo más profundo, uno sigue reaccionando, uno sigue generando sankharas de avidez, aversión o autoengaño, y uno sigue sufriendo en los niveles más profundos de la mente. El objeto de la meditación no debería ser un objeto imaginario, debería ser la realidad –  la realidad tal y como es. Uno debe trabajar con cualquier realidad que se esté manifestando en este momento, cualquier cosa que se experimente dentro del marco del propio cuerpo.

En la práctica de Vipassana, uno debe explorar la realidad dentro de sí mismo – la estructura material y la estructura mental, las cuales, en combinación, no paramos de llamar  “Yo, mi, mío”. Generamos una gran cantidad de apego hacia esta estructura material y mental, y, como resultado, sufrimos. Para practicar el sendero del Buddha debemos observar la verdad sobre la mente y la materia. El meditador debe tener una experiencia directa de sus características básicas. Esto se convierte en sabiduría.

Hay tres tipos de sabiduría: la sabiduría que obtenemos de escuchar a otros; la sabiduría que obtenemos mediante el análisis intelectual; y la sabiduría que desarrollamos a través de la experiencia personal directa. Antes del Buddha, e incluso en tiempos del Buddha, había personas que enseñaban moralidad, que enseñaban concentración, y que además hablaban de la sabiduría. Pero esta sabiduría era sólo sabiduría recibida o intelectualizada. No era una sabiduría que se consiguiera mediante la experiencia personal. El Buddha descubrió que la gente puede practicar numerosos juegos intelectuales o devocionales, pero  mientras no experimenten la verdad ellos mismos y desarrollen sabiduría desde su experiencia personal, no se liberarán. La Vipassana es una experiencia personal de la sabiduría. Podemos escuchar discursos o leer escrituras. O podemos utilizar el intelecto para tratar de comprender las enseñanzas del Buddha de esta forma. Puede que nos deje una profunda impresión. Pero esto no es una experiencia directa de la sabiduría.

Todo el campo de la mente y de la materia – los seis sentidos y sus respectivos objetos – tiene las características básicas de anicca (impermanencia), dukkha (sufrimiento), y anatta (ausencia de ego). El Buddha quería que nosotros experimentásemos esa realidad en nuestro interior. Para investigar la verdad dentro del marco del cuerpo, él designó dos campos. Uno de ellos es la estructura material: la estructura corpórea, física. El otro es la estructura mental con cuatro factores: conciencia; percepción; la parte de la mente que percibe las sensaciones; y la parte de la mente que reacciona. Nos propuso kayanupassana (la observación del cuerpo) y cittanupassana (la observación de la mente) como medios para explorar ambos campos.

¿Cómo es posible observar el cuerpo a través de la experiencia directa a no ser que puedas sentirlo? Debe de estar ocurriendo algo en el cuerpo que puedas sentir, algo de lo que puedas darte cuenta. Entonces podrás decir, “Sí, he practicado Kayanupassana”. Uno debe percibir las sensaciones en el cuerpo. Esto es vedananupassana (la observación de las sensaciones corporales).

Lo mismo es cierto para cittanupassana. A no ser que surja algo en la mente, no podrás experimentarlo directamente. Cualquier cosa que surja en la mente es dhamma (contenido mental). Así pues dhammanupassana (la observación de los contenidos de la mente) es necesaria para cittanupassana.

Así es como el Buddha organizó estas prácticas. Kayanupassana y vedananupassana pertenecen a la estructura física. Cittanupassana y dhammanupassana pertenecen a la estructura mental. Desde tu experiencia personal, podrás ver como esta mente y esta materia se relacionan entre sí. Creer que uno entiende la mente y la materia, sin haber tenido una experiencia directa de ellas, es autoengañarse. Es únicamente la experiencia directa lo que nos hará comprender la realidad acerca de la mente y la materia. Es en este punto en el que comienza a ayudarnos la Vipassana.

En resumen, entiende como practicamos Vipassana. Empezamos con Anapana, conciencia de la respiración – la respiración natural. No lo convertimos en un ejercicio respiratorio o de regulación de la respiración como se hace en pranayama. Observamos la respiración a la entrada de las ventanas de la nariz. Si un meditador trabaja continuamente en un ambiente adecuado, sin ninguna distracción, en dos o tres días empezará a manifestarse alguna realidad sutil en esta parte del cuerpo: algunas sensaciones – sensaciones corporales normales, naturales.  Puede que sea calor o frío, palpitación o pulsación, o cualquier otra sensación. Hacia el cuarto o quinto día de práctica, se dará cuenta de que hay  sensaciones por todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies. Percibimos esas sensaciones, y se nos pide que no reaccionemos a ellas. Que simplemente observemos, que observemos de forma objetiva, sin identificarnos con las sensaciones.

Cuando trabajas como el Buddha quería que trabajases, al alcanzar el séptimo u octavo día, te moverás hacia una realidad más y más sutil. El Dhamma (la ley natural) comenzará a ayudarte. Observas esta estructura que inicialmente aparentaba ser sólida, la estructura física al completo al nivel de las sensaciones. Observando, observando, llegarás a alcanzar un estado en el que experimentarás que toda la estructura física no está compuesta más que de partículas subatómicas. Por todo el cuerpo, nada más que Kalapas (partículas subatómicas). E incluso esas pequeñísimas partículas subatómicas no son sólidas. Son meras vibraciones, simples ondas. La experiencia esclarece las palabras del Buddha:

Sabbo pajjalito loko, sabbo loko pakampito.

El universo entero no es más que combustión y vibración.

A medida que lo experimentes por ti mismo, tu kayanupassana, tu vedananupassana te llevarán a un estado en el que experimentarás que el mundo material al completo no es más que vibración. Entonces practicar cittanupassana y dhammanupassana se convierte en algo muy fácil para ti.

La enseñanza del Buddha consiste en ir penetrando desde la verdad aparente, burda, hasta la más sutil, la verdad última, desde olarika hasta sukhuma. La verdad aparente siempre crea ilusión y confusión en la mente. A fuerza de dividir y diseccionar la realidad aparente, llegarás hasta la realidad última. A medida que experimentes que la realidad de la materia es vibración, también comenzarás a experimentar la realidad de la mente: viññana (conciencia), sañña (percepción), vedana (sensación), y sankhara (reacción). Si las experimentas como es debido con Vipassana, verás claramente cómo funcionan.

Supón que has alcanzado ese estado en el que experimentas que toda la estructura física es simplemente vibración. Cuando entre un sonido en contacto con el oído, te darás cuenta de que ese sonido no es más que vibración. La primera parte de la mente, la conciencia, ha hecho su trabajo: tu conciencia del oído se ha percatado de que ha ocurrido algo a las puertas del sentido del oído. Al igual que toda la estructura de un gong comienza a vibrar cuando se golpea el gong en un solo punto, de la misma forma un contacto con cualquiera de los sentidos desencadena una vibración que se expande por todo el cuerpo. En principio es simplemente una vibración neutra, ni agradable ni desagradable.

Entonces la percepción reconoce el sonido y lo evalúa: “Es una palabra – ¿Qué palabra? ¡un elogio! O, ¡maravilloso, muy bien!”. La sensación resultante, la vibración, se convertirá en algo muy agradable. De igual modo, si las palabras son palabras injuriosas, la vibración se convertirá en algo muy desagradable. La vibración cambia según la valoración que de ella haga la parte de la mente que percibe. A continuación la tercera parte de la mente comienza a sentir la sensación: agradable o desagradable.

La cuarta parte de la mente se pondrá en funcionamiento. Ésta es la reacción; su trabajo es reaccionar. Si surge una sensación agradable, reaccionará con avidez. Si surge una sensación desagradable, reaccionará con aversión. Sensación agradable: “¡Me gusta. Muy bien! ¡Quiero más, quiero más!. De manera similar, sensación desagradable: “No me gusta. No la quiero”. El generar avidez o aversión es el papel que juega la cuarta parte de la mente – la reacción.

Comprende que este proceso se está produciendo constantemente en una u otra de las puertas de los sentidos. En todo momento una cosa u otra se está produciendo en alguna de las puertas de los sentidos. En todo momento la conciencia asociada con esa puerta de los sentidos conoce; la percepción reconoce; la parte de la mente que se encarga se sentir, siente; y la parte reactiva de la mente reacciona, o bien con avidez o bien con aversión. Esto ocurre continuamente en la vida.

A un nivel superficial, aparente, parece que estoy reaccionando o bien con avidez o bien con aversión a un estímulo externo. En realidad esto no es cierto. El Buddha descubrió que reaccionamos a nuestras sensaciones. Este descubrimiento fue la iluminación del Buddha. Él dijo:

Salayatana-paccaya phasso
phassa-paccaya vedana
Vedana-paccaya tanha.

Con la base de los seis sentidos, surge el contacto;
con la base del contacto, surge la sensación;
con la base de la sensación, surge la avidez.

Se le hizo muy claro: los seis órganos de los sentidos establecen contacto con objetos externos. Debido a ese contacto, se crea una sensación en el cuerpo, que en la mayoría de los casos, es o bien agradable o desagradable. Entonces, una vez que haya surgido una sensación agradable o desagradable, nace la avidez o la aversión – pero no antes. El Buddha pudo tomar conciencia de ello porque penetró profundamente en su interior y lo experimentó él mismo. Llegó a la raíz del problema y descubrió cómo erradicar la causa del sufrimiento desde la raíz.

Si trabajamos al nivel intelectual de la mente, aunque intentemos suprimir el deseo y la aversión, a un nivel profundo, el deseo y la aversión seguirán allí. Nos revolcamos continuamente en la avidez o la aversión. Con la represión no saldremos de nuestro sufrimiento.

El Buddha descubrió el camino: cada vez que experimentes cualquier sensación, sea por el motivo que sea, simplemente obsérvala: 

Samudaya dhammanupassi va kayasmim viharati
vaya dhammanupassi va kayasmin viharati
samudaya-vaya-dhammanupassi va kayasmim viharati.

Él mora observando el fenómeno de lo que surge en el cuerpo.
Él mora observando el fenómeno de lo que desaparece en el cuerpo.
Él mora observando los fenómenos simultáneos de lo que surge y lo que desaparece en el cuerpo.

Todas las sensaciones surgen y desaparecen. Nada es eterno. Cuando practicas Vipassana, comienzas a experimentar este hecho. Por desagradable que sea una sensación – fíjate, sólo surge para volver a desaparecer. Por agradable que sea una sensación, no es más que una vibración – que surge y desaparece. Agradable, desagradable o neutra, la característica de la impermanencia permanece inalterable. Ahora estás experimentando la realidad de anicca. No es que te lo creas porque lo dijo el Buddha, o porque lo diga alguna escritura o tradición, ni siquiera porque lo diga tu propio intelecto. Aceptas la realidad de anicca porque tienes una experiencia directa de ella. De este modo, la sabiduría que has recibido y la sabiduría intelectual se convierten en sabiduría experimentada personalmente.

Sólo esta experiencia de anicca podrá cambiar el patrón de comportamiento de la mente. Al sentir las sensaciones del cuerpo y comprender que todo es impermanente, no reaccionas ni con avidez ni con aversión; te mantienes ecuánime. Practicar esto de manera continua cambia el hábito de reaccionar al nivel más profundo. Cuando dejas de generar nuevos condicionamientos de deseo y aversión, los viejos condicionamientos emergen a la superficie y desaparecen. Al observar la realidad tal y como es, te liberas de todos tus condicionamientos de deseo y aversión. 

Los psicólogos occidentales hacen referencia a la “mente consciente”. El Buddha llamaba a esta parte de la mente paritta citta (una parte de la mente muy pequeña). Hay una barrera enorme entre la paritta citta y el resto de la mente a niveles más profundos. La mente consciente no sabe lo que ocurre en el inconsciente o en el semiconsciente. La Vipassana rompe esa barrera, transportándote desde la superficie de la mente al nivel más profundo de la mente. La práctica deja al descubierto los anusaya kilesa (impurezas mentales latentes) que se hallan en el nivel más profundo de la mente.

Lo que llamamos la mente inconsciente no es inconsciente. Siempre tiene conciencia de las sensaciones corporales, y no deja de reaccionar ante estas sensaciones. Si son desagradables, reacciona con aversión. Si son agradables, reacciona con avidez. Este es el patrón habitual, el patrón de comportamiento de lo que llamamos el inconsciente en la profundidad de la mente.

He aquí un ejemplo para explicar cómo lo que llamamos la mente inconsciente reacciona con avidez o aversión. Estás en un sueño profundo. Te pica un mosquito y aparece una sensación desagradable. Tu mente consciente no sabe lo que ha ocurrido. La mente inconsciente reconoce inmediatamente que hay una sensación desagradable, y reacciona con aversión. Espanta o mata al mosquito. Pero sigue habiendo una sensación desagradable, así que te rascas, aunque tu mente consciente esté en sueño profundo. Al despertar, si alguien te pregunta cuantos mosquitos te han picado durante la noche, no lo sabrás. Tu mente consciente no se dio cuenta, pero el inconsciente se dio cuenta y reaccionó.

Otro ejemplo: a la media hora o así de sentarte, empiezas a sentir algo de presión en algún punto y la mente inconsciente reacciona: “Hay presión. ¡No me gusta!”. Cambias de postura. La mente inconsciente siempre está en contacto con las sensaciones corporales.  Te mueves un poquito y, después de un rato, te vuelves a mover. Simplemente observa a alguien que lleve 15 o 20 minutos sentado. Te darás cuenta de que esa persona no para de moverse, se mueve un poco hacia aquí, otro poco hacia allá. Por supuesto, a nivel consciente no se da cuenta de lo que hace. Esto ocurre porque no es consciente de las sensaciones. No sabe que está reaccionado con aversión a esas sensaciones. Esta barrera es la ignorancia.

La Vipassana disipa esta ignorancia. Entonces uno empieza a comprender cómo surgen las sensaciones y cómo emergen de ellas la avidez y la aversión. Cuando hay una sensación agradable, hay avidez. Cuando hay una sensación desagradable, hay aversión, y siempre que haya avidez o aversión, hay sufrimiento.

Si uno no rompe este patrón de comportamiento, seguirá habiendo avidez y aversión todo el tiempo. Podrás decir, a un nivel superficial, que estás practicando lo que el Buddha enseñó, pero en realidad no es así. Estarás practicando lo que enseñaron otros maestros de la época de el Buddha.

El Buddha enseñó cómo llegar al nivel más profundo, donde surge el sufrimiento. El sufrimiento surge debido a las reacciones de deseo o aversión. Hay que encontrar la fuente del deseo y la aversión, y el patrón de comportamiento debe cambiar a ese nivel.

El Buddha nos enseñó a observar el sufrimiento y el surgir del sufrimiento. Sin observar estas dos cosas, jamás podremos experimentar la cesación del sufrimiento. El sufrimiento surge con las sensaciones. Si reaccionamos a las sensaciones, surge el sufrimiento. Si no reaccionamos, no sufrimos a causa de las sensaciones. Por muy desagradable que sea una sensación, si no reaccionas con aversión, podrás sonreír con ecuanimidad. Comprendes que todo esto es anicca, impermanente. Todo el patrón de comportamiento de la mente cambia al nivel más profundo.

A través de la practica de Vipassana, la gente comienza a salir de todo tipo de impurezas de la mente – la ira, la pasión, el miedo, el ego, etc. En unos pocos meses o años, se hace evidente el cambio en la gente. Este es el beneficio de la Vipassana, aquí y ahora. Le sacarás provecho en esta misma vida.

Haz uso de las enseñanzas del Buddha al nivel más profundo. No permanezcas únicamente a nivel superficial. Penetra en el nivel más profundo desde donde surge tu deseo.

Vedana paccaya tanha;
vedana-nirodha tanha-nirodho; 
tanha-nirodha dukkha-nirodho.

Las sensaciones originan la avidez.
Si cesan las sensaciones, cesa la avidez.
Al cesar la avidez, cesa el sufrimiento.

Cuando uno experimenta la verdad del nibbana – un estado que está mas allá del plano sensorial – dejan de funcionar los seis órganos sensoriales. No puede haber ningún contacto con los objetos externos, así que cesa la sensación. En este estado estamos libres de todo sufrimiento.

Primero debes alcanzar el estado en el cual puedes sentir las sensaciones. Sólo entonces podrás cambiar el patrón de comportamiento de tu mente. Trabaja en esta técnica, este proceso, al nivel más profundo. Si trabajas a un nivel superficial de la mente, sólo estarás cambiando la parte consciente de la mente, tu intelecto. No estás penetrando hasta la causa raíz, el nivel más inconsciente de la mente: no estás extrayendo los anusaya kilesa – las impurezas profundamente arraigadas de deseo y aversión. Son como volcanes aparentemente inactivos que pueden entrar en erupción en cualquier momento. Sigues rodando desde el nacimiento hasta la muerte; no estás saliendo del sufrimiento.

Haced uso de esta maravillosa técnica y salid de vuestro sufrimiento, salid de vuestro cautiverio y disfrutad de verdadera paz, verdadera armonía, verdadera felicidad.

 

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