De cara a la Impermanencia: Anicca, Anicca, Anicca
Comedores y Cocina Dhamma Venuvana. Enero 2018.
Fotografía: Zulielfre Fermín
Para algunos no es secreto ni novedad la situación que atraviesa Venezuela; hermoso y maravilloso país, tierra próspera y fértil, ubicada al norte de América del Sur, tierra del caribe. También, tierra que me vio nacer. Es difícil, al mismo tiempo, tener desde afuera una perspectiva clara de lo que ocurre en la nación.
Sin embargo, ciertamente son momentos muy difíciles para Venezuela, para quienes hacen vida en el país y para quien estando fuera tiene familiares y amigos en el territorio. Una depresión política, económica sin precedentes, social… Y la que considero más importante: de consciencia. No obstante, ahí, justo ahí está la más grande oportunidad.
Esta realidad que es la cotidianeidad de la bella tierra suramericana del caribe también ha sido una realidad que toca y ha modificado de manera considerable el centro de meditación, –pienso que siempre para bien– aunque las apariencias, la cara del traje, no sea más que puro dukka, del tipo dukka vedanā, las más groseras formas de la materia, las más ásperas e incómodas situaciones que nos llevarían como respuesta inmediata, como reflejo, a rechazarlas, a distanciarnos porque no son agradables, porque no nos gustan, porque no se acaban y parecen no cambiar, sólo empeorar.
Ese cuadro actual, también se ha aproximado y forma parte de la realidad de Dhamma Venuvana, ubicado en el estado Aragua, en Los Naranjos de Tasajeras, en una zona rural. Dhamma Venuvana es el segundo centro, en antigüedad, en América del Sur, el primero, fue Dhamma Santi, localizado próximo a la ciudad de Rio de Janeiro, Brasil.
Venezuela, asiento de los primeros cursos de 10 días de Vipassana en América Latina, realizados en espacios alquilados, ahora está enfrentando situaciones bastante desafiantes, y vaya que lo ha estado haciendo bien, con entusiasmo y buen ánimo en medio de la adversidad.
Los cursos de Vipassana, precisan la presencia y el servicio de estudiantes antiguos que ya experimentaron la técnica, se beneficiaron y donan 10 días de su vida (o más, o menos) para colaborar con el servicio de difundir el Dhamma, muchos, incluyéndome, mencionan, devolver aunque sea un poco de lo que recibí durante mi curso de 10 días. El formato de los cursos presupone la presencia de otros que colaboren a que estos sean realizados. Y la cocina, la alimentación es parte fundamental de la rutina de cursos. Se podría decir que es el corazón, el motor del barco, pues el cuerpo debe estar saludable para poder meditar adecuadamente. Por lo que el preparo de los alimentos es parte esencial en estos cursos. Lo anterior, es la base del ejemplo que sigue y ayuda a conocer un poco más de la situación Venezuela en centro de Vipassana.
Desde el 2014, los cambios en el menú, por falta de algunos productos, situación que actualmente se ha agudizado, ha generado una modificación total de los alimentos servidos en los cursos, los cuales, según la asociación Vipassana en occidente siguen un modelo patrón de desayuno norteamericano, con las sutilezas culturales de cada región. Dhamma Venuvana que se caracterizó por tener una cocina “sin menú”, es decir, sin un modelo fijo, lo cual asustaría a muchos, era bien recibida y daba la posibilidad a los servidores de hacer uso de su creatividad, la cual, al paso de los días en curso de 10 días, daba frutos maravillosos y numerosas nuevas recetas, producto de la integración del grupo, del trabajo en equipo, de las dificultades, del esfuerzo, esmero, inconvenientes, de mucha metta colocada.
Actualmente y desde hace algún tiempo la situación del país y la falta de productos alimenticios han llevado a la organización Vipassana Venezuela a asumir posturas y encontrar estrategias que permitan la continuidad de la entrega de la semilla del Dhamma. Se realiza hasta ahora el envío de una carta previa al curso, donde se sugiere la donación de productos alimenticios, como pasta, arroz, harina de trigo, maíz, etc. No como obligación, sólo si es posible y está la volición de hacerlo. Sorprendentemente el Dhamma sigue fluyendo y ocurriendo, pues en estos tiempos de máxima dificultad, donde los valores de los productos básicos son muy elevados o difícilmente se consiguen, donde el lema “sálvese quien pueda” es pan de cada día, personas los toman y llevan al centro. Gracias a esas donaciones, entre otras cosas, son posibles los cursos en Venezuela.
Estamos en momentos muy importantes y hermosos en Venezuela desde el punto de vista dhammico, pues nos encontramos ante la enorme oportunidad de ver el Dhamma en cada pequeña cosa, en estar atento, atento, atento, a cada instante, -que podamos- en valorar las cosas, los recursos que nos llegan, que son donados, observar en profundidad la cadena que hizo (que hace), por ejemplo, que un alimento o un objeto llegara a bocas o manos de quien lo está teniendo, porque como Goenkji señalaba en sus charlas de curso de 10 días “ es fácil cuando la vida fluye como una dulce melodía pero difícil es conservar la sonrisa cuando las cosas van mal, y muchas veces todo va mal, hay dificultades…” Considero es un momento inestimable para agradecer todo cuanto está sucediendo en Venezuela, enviar mucha metta.
Los cursos siguen aconteciendo y en mayor cantidad, pues es lo que se necesita en estos momentos de tanta oscuridad, ansiedad, para ir poco a poco restableciendo el sīla en esa tierra, y recuerdo a Goenkaji nuevamente cuando mencionaba “que aunque es una gota en el océano, de gota en gota…”
Las cocinas del centro Dhamma Venuvana y de Vipassana Occidente, localizado en la Mesa de Esnujaque, estado Trujillo, son un campo de valiosas oportunidades para aprender cómo dar servicio, en unión, integración, con creatividad, pues no hay menú -y si una compleja situación nacional-, administrando los alimentos de la mejor manera posible, usando partes de vegetales que antes eran descartadas por ser consideradas desecho y que tienen gran valor alimenticio. Aprendiendo la renuncia, la gratitud por lo que se tiene, que en el caso de Venezuela, a niveles aparentes es poco. En fin, ¿cuál es la actitud, frente a este nuevo panorama, que se escapa de mi control, con características tan poco favorables? ¿cómo dirigir el barco, nadar en el mar de desdicha? Porque como la Profesora Mirjam Berns, (responsable del centro Dhamma Venuvana) suele decir, estamos todos en el mismo barco…
Donar servicio en Venezuela sería una gran ayuda que podría ser brindada por quienes sientan interés y volición de hacerlo. Hace mucha falta. Algunos meditadores se han acercado y comentado su entusiasmo y al mismo tiempo su temor de ingresar al país por lo que reciben de los diarios y los medios de ‘desinformación’. Porque si, ciertamente están aconteciendo cosas en Venezuela, mucha violencia, animosidad, turbulencias, no es el sitio que recomendarán como opción favorita para visitar. Sin embargo, les aliento a quienes sienta brindarse la oportunidad de servir en Venezuela, será una buena experiencia, otra manera de entender la realidad del surgir y desaparecer, que en esa tierra ocurre con mucha fuerza, según mi percepción, estar frente a la impermanencia, una oportunidad maravillosa de desarrollar pāramīs.
Es importante, claro, entrar en contacto con las personas responsables del centro, a través de los canales regulares destinados para ello, quienes les guiarán y orientarán cual es la mejor manera de llegar.
https://www.venuvana.dhamma.org
info@venuvana.dhamma.org
El alimento, base de la vida, es uno de los tantos desafíos que Dhamma Venuvana y la Organización Vipassana Venezuela asume e intentan atender y comprender para que la semilla del Dhamma siga llegando.
Cualquier ayuda, cualquier donación, como bien o servicio, lo que Goenkaji llamaba como Dhamma Danā será bienvenido. La volición es lo más importante.
Gratitud
Zulielfre Fermín Cesín
Servidora en Dhamma
Agosto, 2018