Este artículo se presentó en un seminario sobre la meditación Vipassana en
Dhamma Giri, en diciembre de 1986.
La práctica de mettā-bhāvanā (meditación de amor benevolente) es un adjunto importante de la técnica de meditación Vipassana; de hecho, es la consecuencia lógica de la técnica. Es una técnica en la que irradiamos amor y buena voluntad hacia todos los seres, y llenamos deliberadamente la atmósfera a nuestro alrededor con las vibraciones positivas y calmantes del amor puro y compasivo. El Buda instruyó a sus seguidores a desarrollar mettā para llevar una vida con más paz y armonía y para ayudar a los demás a hacer lo mismo. Los estudiantes de Vipassana deben seguir estas instrucciones del Buda, ya que la práctica de mettā nos otorga una manera de compartir con todos los demás la paz y la armonía que estamos desarrollando.
Los comentarios definen que el mettā es “Mijjati siniyhata’ti mettā”; quiere decir “es la cualidad que lo inclina a uno hacia una predisposición amistosa”. Es un deseo sincero de bienestar y felicidad para todos, desprovisto de mala voluntad. “Mettā-adoso’ti mettā”, es decir, el mettā es cuando no hay aversión, o, la no-aversión es elmettā. La principal característica del mettā es una actitud benevolente. Culmina en la identificación de uno mismo con todos los seres, un reconocimiento de la fraternidad de todos los seres vivos.
La práctica de mettā no es un rezo ni tampoco la esperanza de que algún agente externo brinde ayuda. Por el contrario, es un proceso dinámico que produce una atmósfera en la que los demás pueden actuar para ayudarse a sí mismos. La práctica de mettā puede estar dirigida hacia todos los seres o hacia una persona en particular. Para practicar mettā debemos eliminar el egocentrismo y abrir nuestra mente.
Es relativamente fácil comprenderlo intelectualmente, pero es mucho más difícil desarrollar esta actitud en uno mismo. Para hacerlo se necesita práctica, y para ello contamos con la técnica de mettā-bhāvanā, el cultivo sistemático de la benevolencia hacia los demás. Sin embargo, para que sea realmente efectiva, mettā-bhāvanā debe ser practicada en conjunto con la meditación Vipassana. Mientras negatividades tales como la aversión continúen dominando la mente, es fútil formular pensamientos conscientes de buena voluntad, y hacerlo se vuelve un ritual desprovisto de sentido. Sin embargo, cuando las negatividades son eliminadas a través de la práctica de Vipassana, la benevolencia surge naturalmente en la mente, y al salir de la prisión de la obsesión por uno mismo, comenzamos a preocuparnos por el bienestar de los demás.
Por esta razón, la técnica de mettā-bhāvanā se enseña sólo al final de un curso de Vipassana, cuando los participantes ya han pasado por el proceso de purificación. En ese momento, los meditadores generalmente sienten un profundo deseo de bienestar hacia los demás, lo que hace que su práctica de mettā sea realmente efectiva. Aunque se le dedica un tiempo limitado durante los cursos, la práctica de mettā puede ser considerada como la culminación de la práctica de Vipassana.
El nibbāna sólo puede ser experimentado por aquellos cuya mente está colmada de amor benevolente y compasión hacia todos los seres. El mero deseo de alcanzar ese estado no es suficiente; debemos purificar nuestra mente para poder alcanzarlo. Esto lo hacemos a través de la meditación Vipassana; es por eso que el énfasis está en la enseñanza de Vipassana durante un curso.
Con la práctica de Vipassana nos hacemos conscientes de que la realidad subyacente del mundo y de nosotros mismos consiste en el surgir y desaparecer de cada momento. Nos damos cuenta de que el proceso de cambio continúa fuera de nuestro control e independientemente de nuestros deseos. Gradualmente, comprendemos que cualquier apego a lo que es efímero e insustancial nos produce sufrimiento. Aprendemos a estar desapegados y a mantener el equilibrio de nuestra mente ante cualquier experiencia. Entonces comenzamos a experimentar lo que es la verdadera felicidad: no la satisfacción del deseo ni la protección ante los miedos, sino la liberación de los ciclos del deseo y el miedo. Cuando la serenidad interior se va desarrollando, vemos claramente cómo los demás están enredados en el sufrimiento y, de forma natural, surge el deseo: “Que todos encuentren lo que nosotros hemos encontrado: la vía para salir de la desdicha, el sendero de la paz”. Ésta es la volición adecuada para la práctica de mettā-bhāvanā.
La práctica de mettā no es una plegaria ni tampoco es la esperanza de que algún agente externo brinde ayuda, sino un proceso dinámico que produce una atmósfera en la que los demás pueden actuar para ayudarse a si mismos. La práctica de mettā puede ser multidireccional o también puede ser dirigida hacia una persona en particular. El reconocimiento de que el mettā no es producido por nosotros hace que su transmisión sea realmente altruista y desinteresada.
Para practicar mettā, la mente debe estar en calma, equilibrada y libre de negatividad. Éste es el tipo de mente que desarrollamos con la práctica de Vipassana. Un meditador sabe por experiencia propia cómo la ira, la antipatía o la mala voluntad destruyen la paz y frustran todo esfuerzo por ayudar a los demás. Sólo cuando el odio ha sido eliminado y la ecuanimidad se ha desarrollado, podemos ser felices y desear felicidad a los demás. Las palabras “que todos los seres sean felices” tienen una gran fuerza sólo cuando son pronunciadas desde una mente pura. Si están respaldadas por esta pureza, estas palabras ciertamente serán eficaces en fomentar la felicidad de los demás.
Por lo tanto, debemos examinarnos antes de practicar mettā-bhāvanā para revisar si somos realmente capaces de practicar mettā. Si es que hallamos aunque sea un ápice de odio o aversión en nuestra mente, debemos abstenernos de practicar en ese momento, de lo contrario transmitiríamos esa negatividad y le haríamos daño a otros. Sin embargo, si el cuerpo y la mente están llenos de serenidad y bienestar, es natural y apropiado compartir esa felicidad con los demás: “Que sean felices, que se liberen de las contaminaciones que son la causa del sufrimiento. ¡Que todos los seres estén en paz!”
Esta actitud amorosa nos permite lidiar de manera mucho más hábil con las vicisitudes de la vida. Supongamos, por ejemplo, que uno se encuentra con una persona que está actuando deliberadamente con mala voluntad para dañar a otros. La respuesta común de reaccionar con temor y odio es estar centrado en uno mismo, y esto no ayuda en nada a mejorar la situación y, de hecho, magnifica la negatividad. Sería mucho más benéfico mantenerse calmado y equilibrado, con un sentimiento de benevolencia hacia la persona que está actuando erróneamente. Esto no debe ser simplemente una postura intelectual, un barniz sobre la negatividad sin resolver. Mettā sólo funciona cuando se desborda espontáneamente de una mente purificada.
La serenidad adquirida en la meditación Vipassana da lugar de forma natural a sentimientos de mettā y esto continuará afectándonos de manera positiva, tanto a nosotros como a nuestro entorno, a lo largo de todo el día. Así pues, en última instancia, Vipassana tiene una doble función: traernos felicidad por la purificación de nuestra mente y ayudarnos a fomentar la felicidad de los demás y prepararnos para practicar mettā. ¿Cuál sería el propósito de liberarnos a nosotros mismos de negatividad y egocentrismo si no compartiéramos estos beneficios con los demás? En un retiro cortamos temporalmente nuestro contacto con el mundo a fin de regresar y compartir con los demás lo que hemos adquirido en soledad. Estos dos aspectos de la práctica de Vipassana son inseparables.
En estos tiempos de disturbios violentos y de tanto sufrimiento y malestar, la necesidad de una práctica como mettā-bhāvanā es clara. Si la paz y la armonía han de reinar en todo el mundo, primero se deben establecer en la mente de todos los habitantes del mundo.