El malhechor sufre aquí y después,
sufrimos en ambos mundos.
Lamentándonos y permaneciendo afligidos,
recordando nuestros actos impuros.
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El sabio dotado de virtud
resplandece como un fuego ardiendo.
Acumula riqueza como una abeja
y su riqueza crece como un hormiguero.
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Sabiduría es ver las cosas de diferentes maneras.
Da caridad por devoción,
observa siempre los preceptos morales,
encuentra deleite en la meditación,
y alcanzarás la vida celestial.
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Verdaderamente impermanentes
son las cosas condicionadas,
por naturaleza surgen y desaparecen.
Si surgen y son extinguidas,
su erradicación produce verdadera felicidad.
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No hacer ningún mal,
generar el bien,
purificar la propia mente –
ésta es la enseñanza de los Budas.
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Feliz, la ausencia de los placeres sensuales
y falta de su surgimiento.
Feliz el trascender la necesidad de estos placeres.
Aquel que logra aplastar la presunción del gran ‘yo soy’,
éste, realmente éste, experimenta la felicidad suprema.
Udāna 2.11