Sīla, la base del Dhamma

por S.N. Goenka 

Lo siguiente es una traducción de un artículo originalmente publicado en una edición de Vipaśhyanā Patrikā de agosto de 1998. Está adaptada de la tercera de una serie de 44 emisiones de charlas públicas en Zee TV.

Para aprender Vipassana, la técnica de purificación de la mente, es necesario asistir a un centro de meditación Vipassana. Esta técnica puede aprenderse solamente en una atmósfera apropiada para este fin. Si uno quiere aprender a leer o escribir, debe matricularse en una escuela. Para mantener el cuerpo con salud y fortaleza, uno debe ir al gimnasio. Para aprender yoga y prānāyāma, uno debe asistir a una escuela de yoga. Similarmente, para aprender esta técnica Vipassana, la quintaesencia de las enseñanzas del Buddha, uno debe asistir a un centro de meditación Vipassana. En una escuela, gimnasio o escuela de yoga no es necesario permanecer día y noche. Alcanza con aprender la técnica y luego practicarla en casa. Pero para aprender la técnica de Vipassana, al menos al comienzo, uno debe permanecer en el centro de meditación durante diez días.

Si el propósito de la meditación es meramente concentrar la mente, uno puede aprender una técnica de meditación basada en un mantra o en una imagen como objeto de concentración de algún maestro y practicarlo en casa. Tal técnica puede calmar la mente, concentrar la mente, e incluso puede purificar el nivel superficial de la mente. Pero Vipassana no solo purifica la parte superficial de la mente. Es una operación quirúrgica profunda de la mente y la purifica en sus niveles más profundos, donde las impurezas surgen y se multiplican. Estas son impurezas que hemos acumulado en lo profundo de nuestra mente a lo largo de innumerables vidas. Aquellos que no creen en vidas pasadas han acumulado tantas impurezas incluso en esta vida. La mente se vuelve prisionera de un patrón de hábitos que generan impurezas en lo profundo de la mente. Es una atadura tan grande. Uno debe liberar la mente de estas ataduras y cambiar su naturaleza, la de generar impurezas continuamente. Para lograr este propósito es necesaria una operación quirúrgica profunda de la mente.

Cuando nos enfermamos del cuerpo, vamos a un hospital limpio e higiénico. Si es necesaria una cirugía, debemos ir a un quirófano que sea totalmente estéril. Vipassana es una seria cirugía de la mente. Por lo tanto, podremos aprenderla correctamente en una atmósfera libre de cualquier tipo de contaminación, no sólo contaminación atmosférica sino también contaminación generada por las impurezas de la mente.

Estos centros de meditación Vipassana existen desde la antigüedad, al igual que hoy. El ambiente en un centro se mantiene muy puro. Hay mucha vegetación y ningún tipo de contaminación. Hay paz, silencio y una atmósfera que conduce a la meditación. Y, lo más importante, en estos centros de meditación no se lleva a cabo ninguna otra actividad más que Vipassana. Como solamente se practica Vipassana, todo el centro vibra con la vibración del Dhamma puro. Por lo tanto, es un lugar ideal para ir a por la primera operación quirúrgica de la mente. Además, en un centro Vipassana hay gente con experiencia y autorizada para colaborar en esta operación, para enseñar esta técnica. No es apropiado intentar aprender la técnica por cuenta propia.

La técnica Vipassana no es complicada; es muy simple. Uno puede tener la impresión de que puede comenzar a practicarla con apenas escuchar sus discursos o leer un libro. Pero me gustaría advertirles. Vipassana es una tarea muy seria, una tarea extremadamente delicada. Por una vez, al menos la primera,  uno debe aprender esta técnica durante diez días rodeado de una atmósfera que conduzca a ello bajo la guía de personas con conocimiento, experiencia y autorizadas. Luego, cada uno es su propio maestro.

En casa no es posible meditar continuamente muchas horas. Por lo tanto, en casa la operación no será tan profunda. Tras haber aprendido Vipassana en un centro, uno puede practicarla en casa de mañana y de tarde. Cuando surja la necesidad de otra profunda operación de la mente, se puede volver a asistir a un centro Vipassana.

Existe otra razón por la cual Vipassana debe aprenderse en un centro. El propósito de la técnica es desarrollar una mente pura. Así, durante los diez días en que se aprende Vipassana en el centro, uno practica el principio de sīla (moralidad) sin romperlo en ningún momento: uno no mata, no tiene mal comportamiento sexual sino que mantiene su celibato durante diez días, no miente, no roba, no ingiere ningún tipo de intoxicantes.

Uno entiende que para vivir una vida de moralidad, tiene que lograr el control de la mente. Si no se controla la mente, ¿cómo volverse un virtuoso? Pero sólo se puede aprender esta técnica si se lleva una vida de moralidad. Entonces surge una gran dificultad. Para vivir una vida de moralidad uno tiene que lograr el control de la mente. La mente debe ser purificada. Para dominar la mente, para purificar la mente, la vida que uno lleva debe ser una vida de moralidad. ¿Ponemos entonces el caballo adelante del carro o el carro adelante del caballo? ¿La moralidad viene antes que la purificación de la mente o es al revés?

Para solucionar este problema, los sabios maestros de nuestro país establecieron la tradición de ir a un centro de meditación para aprender Vipassana. Allí uno puede poner en práctica los cinco sīlas, es decir, no realizará ningún acto físico o verbal que disturbe la paz y la armonía de los demás. Uno no debe llevar a cabo ninguna acción que dañe a los demás. ¿Cómo? La atmósfera del centro de meditación, la disciplina y el arduo programa diario de un curso de diez días son tales que es muy fácil mantener sīla. El estudiante está tan ocupado desde las cuatro de la madrugada hasta las nueve de la noche que no tiene oportunidad para romper su sīla. Para evitar mentir y faltar a la palabra, el centro de meditación tiene una regla más: durante todo el curso uno debe mantener silencio. No debe existir comunicación entre los estudiantes. Por supuesto, se puede hablar al maestro o al guía si se necesita aclarar algo sobre la técnica, o hablar al manager sobre algún problema concreto. No obstante, incluso en ese momento de diálogo, uno debe estar muy atento a no romper su sīla. Uno no debe exagerar o esconder nada. De esta manera, se puede mantener muy fácilmente el sīla  de no mentir.

Así, se puede mantener sīla perfectamente. El trabajo de aprender la técnica comienza en su cimiento: un sīla  perfecto. Si el estudiante trabaja como se le indica, el progreso es seguro. Pero si falta el cimiento de sīla, el estudiante no progresará.

Durante los tiempos del Buddha había muchos maestros, como algunos maestros de hoy, que le decían a sus estudiantes: “¿Para qué es necesaria la moralidad? Hagan todo lo que deseen hacer. Disfruten sin restricciones, satisfagan todos los placeres sensuales. Aún así, les enseñaré una técnica de meditación que les dará dicha!” Estos denominados maestros espirituales atrajeron grandes multitudes. La gente siempre busca la salida fácil. Si pueden quedar exentos de la necesidad de moralidad y aún así alcanzar la dicha, ¿qué más quieren?

Tales delirios nocivos no tienen lugar en Vipassana, el verdadero camino del Dhamma. El cimiento de moralidad es absolutamente necesario. Uno debe entender por qué es tan necesario. Después de todo, uno tiene que operar la mente. El objetivo de Vipassana no es meramente llenar de dicha la parte superficial de la mente. Uno debe alcanzar y purificar lo profundo, la parte más profunda de la mente, de donde surgen las impurezas, donde se acumulan. Es una operación muy profunda. Si la parte superficial de la mente está muy perturbada, muy agitada, dará como resultado vibraciones densas e impuras. Estas vibraciones actúan como barrera y evitan que uno vaya hacia la profundidad de la mente.

Supongamos que uno debe buscar depósitos de petróleo bajo el lecho oceánico. Durante los monzones, la búsqueda debe detenerse porque no es posible trabajar en las profundidades del océano cuando hay grandes olas de marea. Cuando la estación pasa y las lluvias cesan, las grandes olas de marea disminuyen. Ahora es posible buscar los depósitos de petróleo a pesar de que las olas de marea no hayan cesado por completo. De modo similar, hay olas de impureza en la mente. Pero cuando uno rompe algún sīla ya sea porque mata, roba, ingiere intoxicantes, miente o comete una mala conducta sexual, se crean semejantes olas de impureza en la parte superficial de la mente que no se puede ir más profundo. Si uno debe trabajar en la profundidad de la mente, se debe crear una situación tal en la que, a pesar de que haya olas de impureza, éstas no se multipliquen y causen olas aún más grandes en la mente.

Toda la atmósfera del centro de meditación ayuda a lograr esto. Las reglas, la disciplina, el horario, deben cumplirse rigurosamente. Si uno trabaja con disciplina, obtiene beneficios. La gente llega al centro de meditación no para hacer un picnic o para liberarse de las responsabilidades cotidianas durante diez días, sino para meditar, para remover las impurezas de la mente practicando una meditación extremadamente seria. Uno debe trabajar muy seriamente y con continuidad. Por lo tanto, luego de entender, aceptar y cumplir las reglas, uno comienza a trabajar honestamente.

¿Qué trabajo hacemos? El trabajo comienza por aprender la técnica de concentrar la mente. Para concentrar la mente, uno debe ayudarse con un objeto de atención. Existen muchos objetos con cuya ayuda se puede practicar para concentrar la mente. El Buddha, quien descubrió Vipassana, nos da un objeto que siempre está con nosotros. Este objeto de atención está con nosotros desde el nacimiento y continúa hasta el momento de nuestra muerte. Nuestra respiración siempre entra, siempre sale, desde el momento de nuestro nacimiento hasta el de nuestra muerte. Sea que uno esté dormido o despierto, sentado o de pie, caminando, viajando, comiendo o bebiendo, en cualquier estado, la respiración entra, la respiración sale. La respiración se vuelve nuestro objeto de atención. La respiración normal, natural, cuando entra y cuando sale. Uno sólo debe observarla, nada más. No es necesario hacer ningún ejercicio de respiración o controlar la respiración. Nada artificial, sólo observar la respiración natural, como es. Si es profunda, ser consciente de que es profunda; si es superficial, ser consciente de que es superficial. Si pasa por la fosa nasal izquierda, ser consciente de que está pasando por la fosa nasal izquierda. Si pasa por la fosa nasal derecha, ser consciente de que está pasando por la fosa nasal derecha. Si pasa por ambas fosas nasales, ser consciente de que está pasando por ambas fosas nasales.

Nuestro único trabajo es observar, estar con la atención consciente; eso es todo. No es un ejercicio para controlar y regular la respiración. No es prānāyāma, en absoluto. Prānāyāma tiene sus beneficios pero es una técnica totalmente distinta. No tiene nada que ver con Vipassana. En Vipassana, uno sólo observa objetivamente cualquier verdad sobre uno mismo que se revela momento a momento, como es. La técnica es una técnica de pura observación; no es un ejercicio de respiración. La respiración llega naturalmente. Al mantener la atención en la entrada de las fosas nasales y dentro de las fosas nasales hasta sus canales internos, uno observa el aire que entra y que sale. La respiración entra, la respiración sale. Entra, sale. Uno no la controla de ninguna manera. No hay necesidad de hacer ningún cambio. Si está pasando por la fosa nasal izquierda, no hay necesidad de hacerla pasar por la derecha. Si está pasando por la fosa nasal derecha, no hay necesidad de hacerla pasar por la izquierda. Si es profunda, no hay necesidad de hacerla superficial. Si es superficial, no hay necesidad de hacerla profunda.

Observamos la respiración y es yathā-bhūta-ñāña-dassana, que significa “la observamos con sabiduría”. La respiración entra, la respiración sale. Ya sea que esté pasando por la fosa nasal izquierda, que esté pasando por la fosa nasal derecha o pasando por ambas, uno está muy atento sobre este ir y venir; lo observa objetivamente. ¿Qué es la observación objetiva? Una persona está sentada a la orilla de un río. Esa persona no tiene control sobre el fluir del río. No puede hacer que el rio corra más rápido ni puede hacerlo correr más despacio. Si el agua del río está sucia, está sucia; si está limpia, está limpia. Si se producen grandes olas en el río, habrá grandes olas. Si no hay olas, no hay olas. La persona sentada a la orilla del río solamente observa el río fluir. Esta es la corriente del río, su fluir. Sólo hay observación objetiva e imparcial. De la misma manera, no debería haber intentos por controlar la respiración que entra y que sale. Al focalizar la atención en un lugar, uno observa la respiración objetivamente, imparcialmente, y no hace nada más.

Hay atención consciente de que la respiración entra; hay atención consciente de que la respiración sale. No hay nada más que hacer. Ni nada menos. Sólo debemos observar. ¿Qué cosa puede ser más simple? Pero cuando uno pueda disponer de diez días para un curso Vipassana, se dará cuenta de que es un trabajo muy difícil. De verdad, ¡es muy difícil! Uno no podrá observar siquiera dos respiraciones sin que la mente comience a divagar. Será muy difícil poder observar siquiera dos respiraciones antes de la que mente se escape. La mente se escapará a repetición, el estudiante deberá traerla de vuelta a la respiración.

A veces, el estudiante puede sentirse agitado por esta naturaleza fugaz y voluble de la mente que no puede permanecer inmóvil y observar siquiera dos o tres respiraciones. El estudiante puede lamentarse “Oh! ¿Qué clase de mente llevo conmigo?” Es un trabajo tan fácil el que me ha sido dado, de no hacer nada. Es tan simple como sentarse a la orilla del río y observar el río que fluye. De la misma manera, tengo que focalizar mi mente en la entrada de las fosas nasales y observar el fluir de mi respiración. Sólo tengo que observar el fluir de mi respiración. No tengo que hacer ningún esfuerzo o ejercicio. ¿Por qué no puedo hacer un trabajo tan fácil?”

El estudiante se siente muy irritado con una mente que divaga. Entonces el maestro que conduce el curso le dirá al estudiante: “Oh, no, no! No te enojes contigo mismo, no te enojes siquiera con tu mente. Después de todo, el enojo es sólo enojo. La irritación, irritación. Sólo está atento: “En este momento mi mente se ha escapado”. Sólo acéptalo. Luego, comienza a trabajar otra vez, con toda honestidad”.

El estudiante otra vez comienza a observar la respiración. Nuevamente la mente se escapa. Ni bien el estudiante se vuelve consciente de esto, nuevamente retoma la observación de la respiración. “Oh, ¿divaga otra vez? No te preocupes, comienza nuevamente a observar la respiración”. A medida que uno continúa haciendo esto un día, dos días, tres días, comenzará a experimentar los beneficios.

Cada estudiante de Vipassana tiene que trabajar. El estudiante que quiera progresar en el camino del Dhamma puro tendrá que hacer mucho esfuerzo y trabajo con mucha paciencia y persistencia. Nadie más puede ayudarlo. La única ayuda que una persona que ha transitado el camino puede dar es una guía: “Haz esto. Transita el camino de esta forma”.

Uno debe transitar el camino solo. A medida que el estudiante progresa en el camino, comienza a darse cuenta “Oh, hay mucha felicidad en este camino. Hay mucho contento en este camino. Hay mucha paz en este camino”.  Al transitar este camino, a medida que uno se libera de las impurezas, surge la gran felicidad, surge el gran contento. Todo aquel que transite el camino del Dhamma puro vive la experiencia de la felicidad real, vive la experiencia de la paz real, vive la experiencia de la total liberación de toda miseria.

Vipassana Newsletter International
9 de septiembre de 1999 (Edición Dhamma Giri)

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