Siempre es difícil poner en palabras las experiencias más profundas. Sin embargo, para responder a la invitación de Macarena voy a intentar transmitir un poco de lo mucho que Dhamma Santi significa para mi.
Cuando fui por primera vez al lugar actual del centro, fui por invitación de Giza y Leila, que estaban hace algún tiempo dedicadas a buscar un espacio en donde realizar cursos de 10 días de Vipassana, nuestra primera meta.
Con Leila al volante, entramos por el portón y bajamos el camino con arboles de eucalipto, altos y delgados, alineados al lado izquierdo y un barranco verde al otro. Respirar aquel aire puro fue delicioso y cuando vi las mariposas azules y las flores silvestres quedé aún más encantada. El silencio, relativo, pues los insectos y los pajaritos hacen un gran alarde por allí, pero profundo comparado con los motores, las sirenas e los gritos de Rio de Janeiro, era calmante. Y cuando conversamos con el casero y vimos las sonrisas de sus pocos animales – un caballo, un cerdo, un perro y un pato – quedé aún más feliz y, convencida de que en aquél lugar sería nuestro centro, comencé pronto a imaginar dónde sería posible tener comedores, habitaciones y, lo que parecía más difícil, una sala de meditación de buen tamaño. Pues el terreno siendo tan escarpado, era todo un desafío. Gracias a la creatividad de nuestra arquitecta, fue posible aprovechar las construcciones existentes para, al ampliarlas, crear los dormitorios, crear balcones a los dos lados de la casa principal, donde quedaba la pequeña cocina, para crear dos comedores; y, lo que más me sorprendió, montar una sala de meditación al mismo tiempo acogedora y espaciosa, apoyada en parte en sobre un pedacito de terreno llano y en parte apoyada en columnas; lo que además nos permitió tener salas para los discursos en inglés y en español por debajo del Dhamma Hall.
Así es como comenzó el centro Dhamma Santi.
De allá para acá tuve la oportunidad de servir y sentar una serie de cursos en Dhamma Santi, de 1, de 3, de 10, de 20, y de 30 días. Cursos para niños han sido realizados también, beneficiando incluso a los hijos de los vecinos. Un día, esperamos abrigar cursos de 45 días. Nuestras celdas, inicialmente 11 para cada género, hoy suman 44 y tenemos planes para construir diez más en cada lado. Hace dos años, inauguramos las primeras 12 suites femeninas, y las masculinas ya están programadas para ser construidas en poco tiempo. Los cursos comenzaron con 60 alumnos y hoy ya caben 100. O hasta un poquito más. Todos los que sirven o sientan en Dhamma Santi están de acuerdo en que la energía del lugar es muy, muy apropiada para un curso de Vipassana, favoreciendo la introspección tan necesaria a la meditación y de ese modo ayudándonos a ver bien allá dentro, bien al fondo, con la mayor ecuanimidad posible, para que progresemos cada vez más en el sendero del Dhamma.
(Este relato fue escrito por la profesora de Brasil, Silvia Escorel )
Antes de Construir
Hoy: Residencias femeninas
Sala de Meditación