Cuando, por primera vez, entré en contacto con esas tierras maravillosas, mi corazón se llenó de alegría y de paz… Cuánta belleza y quietud encontré.
Los trámites para adquirirlas comenzaron, sin embargo, no estaba claro dentro de mí qué se haría en ese paraíso, pero la sensación de que deberían ser adquiridas estaba firme en mi corazón.
Muchas cosas vinieron a mi mente y, la primera de ellas, era la de iniciar una comunidad, donde personas que sintiesen dentro de si un impulso de vivir una vida más orientada al desarrollo interior y para el servicio a la humanidad que pudieran encontrar un “refugio” (Sarana).
Mi primer curso ya había ocurrido hace más de dos años y el llamado del Dhamma sonó nuevamente en mi corazón. Entonces, me fui para Dhamma Santi para el segundo y arduo proceso de purificación de mi mente. Al final, en el décimo día… un sentimiento surgió en mí “diciendo” que aquel lugar en São Paulo sería perfecto para un centro de meditación Vipassana. Busqué, entonces, a la profesora que condujo aquel curso y le comenté sobre las tierras, ofreciendo la oportunidad de que, un día, la pudiera conocer. Eso ocurrió un tiempo después con algunos otros hermanos del Dhamma y el sentimiento en todos fue el mismo. Ese era el lugar! Ese debería ser el refugio de muchos corazones y mentes necesitados de paz y de purificación.
La Asociación Vipassana São Paulo fue, entonces, constituida por un consejo de serios meditadores. Entretanto, debido a muchas cosas que estaban sucediendo en mi vida hasta el punto de no estar meditando con la frecuencia que debiera, mis pensamientos quedaron “empañados” y, por consiguiente, acabé por atrasar el inicio de este lindo proyecto priorizando la utilización de las tierras para otros fines, no menos nobles.
Pero había un grupo muy unido de hermanos, que seguían firmes en sus procesos individuales de purificación y divulgación del Dhamma en Brasil, especialmente en el estado de São Paulo. Ciertamente no desistieron frente a las dificultades y un local fue, entonces, alquilado para que la creciente demanda de cursos en São Paulo fuera atendida.
Seguían meditando, sirviendo y manteniendo la esperanza de que el Dhamma coloque su fuerza de METTA para establecer las cosas que la mente humana impura no alcanza a comprender.
Un cierto día, en casa , conectado en oración a María, vino a mí el impulso de que esas tierras deberían efectivamente cumplir su propósito, como un hospital de mentes y corazones. Todo, finalmente, sucedió con gran fluidez y las cosas se dieron de forma mágica! ¡La magia del Dhamma!
Las tierras fueron liberadas para poder ser compradas por la Asociación Vipassana São Paulo.
Hoy, algunos meses desde el primer curso en este lindo refugio, centenas de personas ya recibieron esta maravillosa técnica ¡y el número continúa creciendo! Cada vez más personas se inscriben y las listas de espera demuestran la necesidad de que los trabajos se intensifiquen.
Estoy infinitamente agradecido, a pesar de mi ignorancia, por haber sido un instrumento mas, para que el primer centro de São Paulo puediera salir del campo de las ideas y volverse realidad.
Cuando veo en el rostro de las personas y en sus ojos el brillo y la felicidad, frutos de estos duros pero liberadores diez días de purificación, no consigo imaginar un destino mejor para tan bello lugar.
El Dhamma permite que el hombre haga uso de su libre albedrío, pero trabaja para que el “plan mayor” siempre ocurra cuando llega su hora.
Cada día llegan de todas partes hermanos y hermanas del Dhamma para servir, movidos por la gratitud por lo que recibieron y por el deseo profundo de que otras personas puedan liberarse de su sufrimiento.
A mí me corresponde continuar purificándome, para que las impurezas que impiden que el amor fluya en mí sean eliminadas y, cada día, pueda emanar para todos los seres, más y más; esa “sustancia” que rige todo el universo.
A todos los Budas y al Buda Gotama, mucha GRATITUD!!
Al linaje que trajo esta “herramienta” de cura hasta los días de hoy, en especial, al incansable Goenkaji, MUCHO METTA!
Un meditador lleno de gratitud!
(este relato fue escrito por un estudiante antiguo de São Paulo)