Es una inmensa fortuna el servir al Dhamma, y el servir a las nuevas generaciones, el facilitar la entrega de la semilla del Dhamma a los más pequeños es un inmenso tesoro. Palabras faltan para expresar la gratitud por tener la oportunidad de ser parte de tan maravillosa obra.
Muchos de nosotros, la gran mayoría, entramos en contacto con esta enseñanza ya de adultos. Llevamos con nosotros un cúmulo de hábitos, negatividades, pre concepciones, ideas y un sinfín de contaminaciones que ya se han adherido en las profundidades del inconsciente, modificando de gran manera nuestra vida.
El ver como los niños y niñas reciben el Dhamma a tan temprana edad es una enorme bendición. Semillas de conciencia son sembradas y los niños son muy receptivos. Dado que son aún muy puros, es natural para ellos recibir aquello que es verdadero, y a su edad los valores y la práctica del Dhamma son como enormes llamas de luz que quedarán con ellos para ser desarrolladas con inmensa fuerza por el resto de sus vidas.
Al servir a los niños me sorprendo a cada instante, al ver sus rostros llenos de asombro, al oír sus respuestas llenas de sabiduría y pureza, su espontaneidad, veo en ellos y ellas, pequeños grandes sabios, donde toda su potencialidad de bondad, generosidad, compañerismo, compasión y virtud se encuentra disponible de forma natural y el Dhamma se siembra en ellos en la tierra más fértil posible. Como dice Goenkaji, hay que ver de realizar más cursos y seguir entregando el Dhamma a las nuevas generaciones, que crecerán para ser seres humanos ideales, para una sociedad ideal, llena de amor, compasión, buena voluntad, altruismo, generosidad.
Desde el año pasado que comenzaron a darse los cursos para niños en Chile, ya se han realizado cuatro, y con todo el entusiasmo queremos que se realicen muchos más.
Sin duda, el tiempo de Vipassana ha llegado, los pequeños que están recibiendo el Dhamma hoy serán las futuras generaciones en el sendero, y las puertas de la enseñanza continuarán abriéndose, para beneficio de muchos.
(Este relato fue escrito por un profesor de cursos de niños de Chile)